Una de las razones del éxito de Starbucks fue no vender café, sino vender «experiencias». La experiencia de meterse cafeína en un vaso de cartón debió de suponer un progreso en la Humanidad sólo equiparable a la increíble reducción de la pobreza extrema en el último cuarto de siglo, porque hoy todo el mundo vende «experiencias». Uno escucha una conferencia con accionistas de Mark Zuckerberg, el dueño y máximo ejecutivo de Facebook, y sólo habla de «la experiencia». El consumo en masa del siglo XXI cada vez se basa menos en la propiedad de las cosas, sino en vivir experiencias, eso sí, pagando por ello. No es casual que el área en la que Apple espera crecer más sea en la de los servicios que son, en buena medida, experiencias.
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