El reciente caso de una discoteca que, para promocionar la asistencia
de público, utilizó, junto con imágenes de una mujer en actitud
provocativa, un llamamiento en las redes sociales para unirse a "La
Manada" —nombre con el que se autodefinía el grupo de jóvenes acusados de violar de forma colectiva
a una menor en los Sanfermines de 2016— pone de manifiesto que en
publicidad no sólo hay actuaciones de mal gusto, sino que también pueden
ser ilegales.
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