Final del Campeonato de Europa de Fútbol. Pita el árbitro el término
de la prórroga con empate en el marcador. Tanda de penaltis. Casi todo
el estadio se queda a oscuras: los focos solo apuntan al área donde se
juega el partido a todo o nada. Las luces están especialmente diseñadas
para que las cámaras ultrarrápidas puedan registrar y transmitir con
precisión cada fotograma del evento. El último tiro acierta y el equipo
local gana. Con el gol, el estadio estalla en una combinación de luces
multicolores, celebrando la victoria. Todo esto, que con la tecnología
de hace una década sería fantasía, solo no es posible hoy por las reglas
de las federaciones deportivas. Lo demás ya existe, y Philips Lighting,
la spin-off de la multinacional holandesa especializado en iluminación, lo diseña, prueba y fabrica en Valladolid.
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