Las
empresas de la llamada economía de plataforma conquistan a un
consumidor falto de tiempo. Pero la comodidad no sale gratis.
¿Conveniencia o consumo responsable?
Hace tiempo que el consumo ético es una forma de incidir sobre lo que
compramos y, por tanto, sobre lo que se ofrece. Nos permite, además,
influir sobre los procesos de fabricación y transporte de aquello que
consumimos. Conocer con detalle las implicaciones de todo lo que
adquirimos nos abre por tanto la posibilidad de votar con el monedero.
Pero mientras muchas personas han incorporado, probablemente, la
preferencia por tejidos no animales, productos fabricados localmente o
alimentos ecológicos, el debate sobre el consumo de lo que nos proponen
algunas de las nuevas empresas nacidas al albor de Internet está menos
desarrollado.
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