Así está redibujando el comercio electrónico nuestras ciudades

Tienda de Mango en Barcelona, donde se encuentra su local más grande en España. ANTONIO MORENO
Hace unos años, antes de que se pudiera comprar por internet, teníamos la tienda pura y dura. Después llegó Amazon, impulsó el comercio electrónico y las cadenas abrieron sus servicios de venta online. Esto obligó a reinventar las tiendas físicas para que al cliente le mereciera la pena la visita en lugar de comprar en la web.
En España, el e-commerce ha pasado de generar un volumen de negocio de 5.700 millones de euros en 2007 a más de 24.000 en 2016, con un crecimiento medio del 17% en los últimos años, según los datos incluidos en el informe E-commerce. Todo al alcance de un click elaborado por la consultora Knight Frank.
Este incremento vertiginoso del comercio electrónico "ha obligado a las cadenas a adaptar sus establecimientos", resumen en el área de Real State de Financial Advisory de la consultora Deloitte. "Las tiendas físicas ya no se presentan sólo como espacios de venta, sino también como puntos de logística que les permiten llegar a la última milla en la distribución (la casa del cliente), lo que implica mayores espacios de almacenaje, en detrimento, a veces, de la superficie de venta", señalan.
Fruto del aumento del e-commerce, las cadenas han cambiado su relación con el ladrillo. La terminología que describe los formatos de tienda da una idea de esta transformación: hemos pasado de la tienda clásica a la flagship (espacio de referencia de la marca), a la omnicanal (la que permite, elegir el producto en la web y luego recogerlo en tienda) y a la brandship, que es el espacio donde el consumidor acude "a vivir la marca".

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