El triste destino de las marcas con las que descubrimos la tele en color
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Las
grandes firmas europeas y japonesas como Thomson, Sharp, Telefunken,
Grundig, Blaupunkt o Sanyo son ya solo nombres comerciales en manos de
conglomerados chinos
Anuncio de los televisores Thomson, con Andrés Pajares y Fernando Esteso en 1984.
Coincidiendo con la llegada del color a la televisión en España en
los años setenta, cruzaron la frontera un alud de marcas de televisores.
El advenimiento poco después de los reproductores de vídeo sirvió a
estas firmas para que se afianzaran aún más en los hogares. Sus
pantallas se contemplaban como un símbolo de progreso tecnológico sin
parangón en aquel país aislado de cazadoras coreanas y
pantalones de campana. Casi todas procedían de Alemania y de Japón.
Contaban con fábricas propias y no daban abasto para atender una demanda
cada vez más creciente y entusiasta. Poseer uno de sus aparatos era un
símbolo de estatus en la España que estaba a punto de alumbrar la
Transición. Thomson, Sharp, Telefunken, Grundig, Blaupunkt, JVC, Sanyo,
Westinghouse, Philips, Toshiba…¿se acuerdan?
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